...el bloqueo silencioso de muchas terapeutas
Esta frase la escuché cientos de veces. Y no es casual.
Es un dolor compartido, una herida silenciosa que atraviesa a muchas mujeres poderosas, formadas, sensibles… que lo dan todo, pero al momento de poner precio, tiemblan por dentro.
No es solo un tema de dinero. Es un tema de merecimiento, autoestima y memoria emocional.
Porque cobrar lo que valés no se trata de poner un número.
Es un acto de identidad.
¿Por qué cuesta tanto poner precio a lo que hacés?
Porque tu trabajo no es solo una técnica. Es un reflejo de tu camino, de tu historia, de todo lo que atravesaste para estar donde estás.
Y ahí es donde muchas se traban:
- “¿Quién soy yo para cobrar esto?”
- “¿Y si no viene nadie?”
- “¿Y si piensan que soy una carera?”
Pero te pregunto con amor y firmeza:
¿Cuánto te costó llegar hasta acá?
Horas de estudio, sesiones, formaciones, llantos, noches sin dormir, dinero invertido, energía puesta al servicio de otros...
¿Todo eso vale cero?
El trauma detrás del “no me animo”
Cobrar toca fibras profundas.
Activa memorias de infancia, donde te enseñaron que ayudar era sinónimo de sacrificio.
O que el dinero era sucio, que ser buena era dar, dar y dar... hasta quedarte vacía.
Muchas mujeres crecieron aprendiendo que tenían que ser “modestas”, “discretas”, “humildes”.
Que si ganás bien, algo estás haciendo malo.
Que si cobrás bien, sos egoísta.
Y así... vas desvalorizando tu energía sin darte cuenta.
¿Y si te dijera que cobrar bien es parte de tu medicina?
Porque cuando cobrás lo que valés:
- Te das lugar.
- Enseñás a otras a valorarse.
- Atraés personas comprometidas (no las que cancelan a último momento).
- Creás un negocio que sostiene tu propósito, sin quemarte.
Y sí: cuando vos ganás bien, podés ayudar más. Más tranquila. Más enfocada. Más expansiva.
¿Cómo empezar a cambiar esto?
- Detectá la creencia raíz.
- ¿Qué pensás en automático cuando hablás de cobrar? ¿Qué frases escuchabas de chica? ¿Qué miedo hay detrás?
- Revisá tu energía al ofrecer precios.
- ¿Dudás? ¿Te justificás? ¿Decís “es $X, pero si no podés vemos…”?
- Cortalo. El precio es un acto de amor y de límite.
- Anclate en el impacto, no en la hora.
- No estás vendiendo 60 minutos. Estás ofreciendo transformación. Alivio. Claridad. Camino.
- ¿Cuánto vale eso?
- Practicá la frase: “Este es mi valor”.
- Frente al espejo. Con amigas. En voz alta. Hasta que tu cuerpo no se encoja al decirlo.
- Rodeate de otras que ya lo están haciendo.
- Porque la energía se contagia. Y si vos estás sola, rodeada de personas que también dudan o regalan su trabajo, te vas a hundir con ellas.
Basta de esconder tu brillo por miedo a incomodar}
Te lo digo con amor:
Mientras vos cobrás con culpa, alguien menos preparado cobra sin dudar.
Mientras vos te justificás por cobrar, alguien mediocre arma cursos con confianza.
No se trata de ser mejor que nadie. Se trata de ocupar tu lugar.
Porque cuando una terapeuta cobra con claridad, no solo crece ella.
Inspira. Eleva la vara. Crea una nueva cultura.
¿Qué sigue?
Publicá tus precios con convicción.
Cobrá por adelantado.
Dejá de disculparte.
Y si te tiembla todo… hacelo igual.
Porque la verdadera expansión empieza cuando dejás de tener miedo a incomodar.
Te abrazo muy fuerte, te entiendo y te acompaño a lograrlo!
An